miércoles, 21 de mayo de 2008

Un tribuno en republica de Oradores



Cuando estaba en Colombia, mis ojos se fijaban en Laureano Gómez; un presidente de mi patria Colombia, cuya voz hacia temblar la tierra y tronar las nubes; un hombre que solo se podía amar u odiar. Aquel hombre, que con mis inexpertos e inocentes ojos: logre ver y admirar aquella figura impoluta del discurso.

Laureano Eleuterio Gómez Castro, un hombre detrás del funcionamiento de un partido tradicional y centralista: el partido conservador. Un partido que le dio la bienvenida a un tribuno, cuyas palabras y talento admiraban y enamoraban masas, que lejos de ignorarlo lo amaban y respetaban. Este hombre, “godo” -como le llamaban entonces al partido Conservador- lucho contra un comunismo acechante y una guerra legendaria. Asimismo, lucho contra aquellos pilares de la demagogia, que a el aburrían. No es preciso afirmar que Laureano Gómez no fuera otra victima del arte de los Sofistas; sin embargo, podemos mencionar su lucha incansable por desacreditar a quienes intentaban lastimar el país con sus discursos mentirosos. Un caballero a la antigua, cuyo arte de escribir y hablar impresionaban al sabio e ignorante, al pobre y al rico, al joven y al viejo. Un hombre, que pertenecía a la clase intelectual colombiana, cuyas letras y conversaciones bohemias, eran famosas y populares en radio y periódicos citadinos. “temas de patria” eran los que trataban, junto con aquellos temas que debían ser tratados en plenos años cuarenta. Ese si era un caballero, a pesar de la impopularidad que gozaba por parte de sus adversarios Liberales, que hoy lo recuerdan como un pilar mounstroso de tino y talento literario que acompañaba con su política de crecimiento e inversión segura- menos insegura- , cuya gestión se adaptaba a los avatares de la modernidad.

Laureano Gómez fue considerado un enemigo de Jorge Eliécer Gaitan, cuyo populismo era conocido e igualmente admirado y que fue asesinado de forma fría y cruel; incluso, Laureano fue culpado de la muerte del caudillo; por consiguiente, su casa en Bogota y su periódico en la misma fueron destruidos de forma primitiva y cruel, cuyo día- 9 de abril- aun recordamos.

El país lo eligió en los 50’s presidente de la republica de Colombia, cargo que ostento por poco tiempo, caída causada por Rojas Pinilla (1953-1957) que le obligo a exiliarse “gratis” en España, con miedo de ser lastimado por la dictadura. Sin embargo, el gran Laureano, siguió escribiendo y exaltando el pasado libre de Colombia desde su residencia en Madrid, cuyo techo acogió grandes ideas y pactos (como el frente Nacional). Realmente, una cabeza pensante de Colombia junto con Lleras Camargo y otros hombres que hacían política, pero al mismo tiempo ciencia ¡esa es política! ¡Eso es lo que necesitamos en las mesas hoy: hombres firmes y de palabra, que los abuelos no dejan de contar!

Un gran hombre, sin duda, y un “tribuno en republica de oradores”.

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